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Dicen, aunque se puede dudar de la afirmación, que los primeros que vieron un jinete no conocían los caballos. Por eso, al no poder distinguir uno del otro, creyeron que estaban ante un nuevo ser.

Cuando se popularizó la fotografía digital, también se creyó estar ante algo distinto a la fotografía ¿Es la fotografía digital fotografía? Era una pregunta corriente y que con el correr del tiempo se respondió con un rotundo, y certero, sí. En un principio, lo único que cambia es el soporte. Pero ese cambio de soporte conlleva una diferencia fundamental: en la fotografía digital no hay imagen latente (aquella que es propiamente la impresión del objeto fotografiado en la película y que es el parámetro del revelado, cuanto más cercana al objeto la aparición de la imagen latente –que en sí misma, por ser una potencialidad, es idéntica a este- mejor logrado ha sido el revelado), la fotografía digital, propiamente el procesamiento digital, no tiene como límite la realidad.



Llamo la atención sobre un aspecto, que, si bien no es exclusivo del procesamiento digital -como lo es la inexistencia de imagen latente- se relaciona con el nombre de esta serie de exposiciones y muestra otro aspecto distintivo del procesamiento de una foto y la toma de una foto. El centauro es la unión de dos cosas en una por la falta de un referente. La foto es la emanación de un referente. Si la foto dice: “esto ha sido”(Barthes), el procesamiento digital dice: “esto ha sido hecho.” El tiempo de la toma se recrea. Los objetos nunca estuvieron reunidos como aparecen en la fotografía, sin embargo, el procesamiento digital los presenta como si sí lo hubieran estado. Se crea una segunda instancia de realidad donde la foto ya no tiene valor como prueba de algo real.









Para Leonardo Da Vinci en una pintura lograda no debía verse el trazo del pincel. La exigencia puede interpretarse en relación a la imitación de la realidad: hay que borrar el instrumento de la representación (el pincel) que no se note que es una pintura.

Frente a un cuadro de Magritte, al acercarse y notar lo que se sabe, que aquello es una pintura, se siente la decepción del pincel; que lo pintado necesitó la mediación de un dispositivo para existir, que no existe más que como pintura.

La fotografía es también un dispositivo de representación de lo realidad, pero mantiene una ligazón fuerte con lo real porque es necesario que lo fotografiado haya existido para que exista una fotografía suya. La fotografía digital, que registra también una reacción frente a la luz refractada por lo fotografiado, no pierde ese vínculo, pero hay un elemento que falta: la huella material de lo fotografiado.





En la toma de la fotografía digital se pierde la materialidad de los químicos, asimilable a la materialidad de lo fotografiado. Tal vez en nuestra percepción de la fotografía, que nos hace señalar un sujeto y decir “Este es...”, haya algo de esa analogía. Podría argumentarse que se trata más que de una analogía, que hubo algo del cuerpo del sujeto que pasó a la luz y de la luz al químico. Lo que no puede negarse es que hay algo material (la luz) que incide sobre otra cosa material (el químico) transformándola.



En la toma de la fotografía digital esa transformación no es material, sino virtual; es la información que un censor recoge a partir de la intensidad de la luz. El ojo, en cierto sentido, hace lo mismo que el censor, el cerebro, a su vez, hace una perspectiva muy similar a la que hace el lente, pero nosotros estamos seguros de que lo que vemos tiene un soporte material (al menos si nos atribuimos a nosotros mismos materialidad, sino ya se enterarán otros de ella cuando empecemos a pudrirnos), en la toma de una fotografía digital no existe ese soporte material.












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Habrá sólo realizaciones de la información (la pantalla, la impresión) y ninguna podrá imponerse sobre otra más que en su capacidad de imitar lo que el ojo ve como real. En la fotografía tradicional también hay algo virtual (la imagen latente) que sufre ciertas realizaciones (el negativo, la copia) pero el vínculo material se mantiene siempre; la materia del negativo reacciona, a través de la luz, con la materia del papel. En la fotografía digital el vínculo está roto. La copia de una foto tradicional siempre es una fotografía en el sentido de “lo escrito con luz.” Una foto digitalizada, comparte características de la fotografía y de la pintura.